lunes, 6 de agosto de 2007

the national-boxer

uno, como buen (o mal) connoisseur indie, deglute los cientos de discos que aparecen misteriosamente en internet cada semana, luego de escudriñar los reviews en sites como pitchforkmedia o stylusmagazine o popmatters o tinymixtapes o... bueno, ya saben. y en general tal proceso digestivo produce muy pocas satisfacciones a largo plazo. se puede escuchar el our love to admire dos o tres veces, y gustan una o dos de las canciones (wrecking ball, pioneer to the falls), o el nuevo de ryan adams, o el tal m.ward, o el segundo disco de caribou (como caribou, no como manitoba), o la rareza en reversa de avey tare con su chica la ex-múm, o lo nuevo de animal collective. las posibilidades son infinitas. y en general, sólo queda un cierto saborcillo en la boca, no del todo discernible: apenas hay tiempo para escuchar un disco, mientras se epera que se baje el próximo. y no digo que sea malo, no me quejo de la variedad, pero quizá entre tanta variedad es difícil decidir qué es una joya y qué no lo es.
ah, pero entonces se consiguen rarezas como boxer, de the national. una banda de ohio que ya tiene unos cuantos discos (éste es su cuarto), a pesar de ser bastante joven (sexto año en el mercado; unos poquitos más de fundada). hay cientos de (bueno, quizá no cientos, pero sí unas cuantas) reseñas en las más prestigiosas revistas de música indie que alaban al disco hasta la saciedad (las más interesantes se consiguen en la infinitamente útil metacritic.com). perfecto, pero ¿qué es tan bueno de este disco? que necesita que lo escuches varias veces para dejar ver su magnificencia. éste es el ejemplo perfecto de lo que es un "grower". escúchalo a la primera, y sentirás que la voz del cantante, con una monotonía en apariencia mortal, no ayuda para nada; escúchalo la segunda, y quizá unas pocas melodías se te peguen al cerebro. síguelo escuchando, y llegará el punto en el que resistirse es imposible.
doce canciones inundadas de una melancolía a punto de caer en lo patológico, pero que sin embargo resultan sumamente mesmerizantes, casi sin manipular al escucha; y, sin duda alguna, el elemento que más influye para lograr tal efecto hipnotizador, es la voz del cantante, matt berninger, el hijo conceptual de ian curtis, stuart staples, leonard cohen, scott walker. las canciones en el disco consiguen mantener un ritmo casi intachable, incluso si de entrada parece que todas son variaciones mínimas de la misma idea musical. pero claro, eso es lo que parece de entrada, y quizá como resultado de la virtual economía de instrumentos -a pesar que no temen usar metales y texturas sonoras ambientales de fondo, de vez en cuando y de cuando en vez.
joyas como ésta se agradecen, y son esenciales para mantener activo el flujo musical del género.
junto a gagagagaga de spoon, lo mejor del año, hasta ahora.

1 comentario:

M. dijo...

debimos protagonizar almost famous
somos elizabeth wurtzels en reposo, o en acción

todos queremos escribir para la rolling stone